Dos linajes de hongos alcanzaron por separado la misma molécula psicodélica
Un nuevo estudio revela que distintos grupos de hongos evolucionaron de forma independiente la capacidad de fabricar psilocibina —la molécula que altera la mente— con rutas bioquímicas diferentes. Esto reescribe lo que creíamos saber sobre los “hongos mágicos” y abre debates sobre su biología, su rol en la naturaleza y su potencial terapéutico.
Una investigación reciente, realizada por científicos alemanes y austríacos, demostró algo insólito: dos grupos de hongos no emparentados entre sí desarrollaron de forma autónoma la capacidad de producir psilocibina.
- Los hongos tradicionalmente conocidos como “setas mágicas” (género Psilocybe) ya se sabía que fabrican esta molécula mediante una vía bioquímica conocida.
- Sin embargo, el estudio descubrió que otro grupo —los llamados “fiber cap mushrooms”, del género Inocybe— también produce psilocibina, pero usando un conjunto de enzimas y reacciones completamente distinto.
Es decir: la naturaleza resolvió el mismo problema dos veces, por caminos diferentes. Un caso clásico de “evolución convergente”: organismos distintos terminan desarrollando la misma característica en respuesta a presiones similares.
¿Por qué la psilocibina? — Un misterio que sigue abierto
Las motivaciones evolutivas detrás de este fenómeno siguen siendo un enigma. Los investigadores sugieren que la psilocibina podría cumplir alguna función adaptativa: tal vez como mecanismo de defensa contra depredadores —insectos u otros— o como señal química, alerta o disuasiva. Pero no hay certezas.
Lo concreto es que su producción está tan profundamente arraigada en la historia biológica de esos hongos que la evolución los dotó de dos arsenales moleculares distintos para generar la misma sustancia. La clave: la diversidad bioquímica del reino fungi sigue sorprendiéndonos.
Implicancias para ciencia, medicina y cultura
Este descubrimiento no es sólo curiosidad académica: tiene consecuencias reales e importantes:
- Nueva “caja de herramientas” para biotecnología: conocer rutas distintas para producir psilocibina permite imaginar métodos industriales más eficientes y variados, alternativos a la síntesis química.
- Ampliación del registro natural: no hay “un solo tipo de hongo mágico”, sino múltiples linajes capaces. Eso modifica cómo miramos la biodiversidad fúngica mundial: podría haber muchas más especies con potencial psicodélico todavía desconocidas.
- Refuerza el valor ancestral y natural del reino fungi: no es un invento moderno: la capacidad de producir psilocibina surgió de forma natural, posiblemente hace millones de años —la psilocibina tiene raíces profundas en la historia evolutiva.
- Renueva el debate sobre psicodélicos, regulación y medicina: si la naturaleza entregó la psilocibina en múltiples versiones, eso empuja hacia una reevaluación más amplia de su uso terapéutico, su estudio responsable y su integración en marcos científicos y regulatorios.
Este hallazgo revela algo profundo: la naturaleza no es mecánica, ni lineal; es creativa, caprichosa, diversa. Que hongos tan distintos hayan entendido —cada uno a su modo— cómo construir psilocibina, es una lección de humildad colectiva.
Y vos, que pensás sobre este descubrimiento?
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