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Según la fuente, investigadores del equipo liderado por Eva Bianchi analizaron distintos espacios interiores —reales y virtuales— variando la cantidad de vegetación para estudiar su impacto en el bienestar psicológico. 

  • Cuando la “dosis de vegetación” rondaba el 20 % del espacio visual disponible, los participantes experimentaron un incremento notable en calma, sensación de pertenencia, restauración mental y conexión con la naturaleza.
  • En cambio, ambientes sobrecargados de verde —muros vivos, techos verdes, muchas plantas en macetas y demás—, equivalentes a una cobertura visual del 60 %, desencadenaron el efecto opuesto: muchos participantes reportaron estrés, distracción, sensación de saturación. Algunos lo describieron directamente como una “pesadilla para trabajar o moverse”. 

La clave, destacan, no es llenar todo de plantas, sino lograr una conexión real con la vegetación presente: que no sólo esté como decoración, sino como elemento visible y armonioso del espacio. 

Beneficios probados de tener plantas en casa

Este hallazgo se suma a un cuerpo más amplio de evidencia: tener plantas en interiores está vinculado a mejoras concretas en salud física y mental. 

  • Diversas investigaciones muestran que el contacto regular con plantas reduce estrés, baja la presión arterial, mejora la concentración, la creatividad —y en general eleva la sensación de bienestar.
  • Además, cultivar plantas ayuda a quien las cuida: promueve hábitos de cuidado, atención al presente, conciencia ambiental y conexión con la naturaleza, algo especialmente valioso en contextos urbanos y de alta demanda mental.

No se trata —según la investigación— de saturar el lugar con verde, sino de encontrar un equilibrio que permita integrar lo vegetal sin sobrecargar los sentidos.

Cómo aplicar este hallazgo en casas, oficinas y estudios

Si querés aprovechar lo mejor de este dato científico para tu casa, tu estudio o tu espacio de trabajo:

  • Pensá qué proporción ocupa el verde en la habitación: plantas visibles cerca de las ventanas, rincones con macetas, algunos arbustos de interior —pero sin abarrotar.
  • Elegí plantas accesibles, fáciles de cuidar y que te conecten con la naturaleza (no hay que tener “un bosque en macetas”).
  • Distribuí las plantas de modo que formen parte del espacio, no lo invadan: suficiente aire, luz natural, orden visual.
  • Si es un espacio de trabajo mantener verde el ambiente con macetas de plantas vivas —no sólo decorativas— para que la “biofilia” actúe a nivel conciencia, creatividad y bienestar emocional.

Este estudio recuerda algo simple pero poderoso: en tiempos de cemento, ruido y pantallas —donde la naturaleza escasea— un poco de verde puede ser medicina para el alma. No hace falta una jungla interior, sino un rincón vivo que respire contigo. Encontrar ese equilibrio: esa es la clave. Y con eso, transformar cualquier habitación en un refugio de calma, aire fresco y conexión.