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Cuando llega el calor y la humedad, las babosas aparecen como invasoras sigilosas: hojas comidas, brotes devastados, huertas arruinadas. Pero existe un truco casero, usar pepino. Sí, ese mismo pepino que usamos en la ensalada. Al parecer, libera compuestos volcados al aire que resultan desagradables para las babosas. Colocar rodajas de pepino en los rincones del jardín (especialmente donde suelen merodear los caracolitos) podría servir como barrera anti-plaga natural.

El procedimiento es simple:

  • Cortar un pepino en rodajas finas.
  • Distribuirlas cerca de las plantas vulnerables, en platos o directamente sobre el suelo.
  • Reemplazarlas cada 2–3 días, sobre todo si llueve o si las rodajas se secan. 

Una solución básica, accesible, segura para mascotas, niños y plantas —sin químicos ni pesticidas agresivos—. 

Qué recomiendan los expertos de huerta natural

El truco del pepino suma a un abanico más amplio de estrategias naturales para combatir babosas y caracoles. Según manuales de jardinería sustentable:

  • Se aconseja crear “barreras físicas”: cintas de cobre, tierra de diatomeas, arena gruesa o grava — superficies que los caracoles no toleran por textura o por reacciones en su baba.
  • Plantar especies aromáticas o de follaje áspero, que no les resultan apetecibles: hierbas como romero, lavanda, menta, salvia — o plantas ornamentales secas — ayudan como repelentes naturales.
  • Mantener limpieza en la huerta: hojas secas, residuos orgánicos o zonas húmedas atraen babosas. Reducir humedad y remover escondites minimiza su presencia.
  • Regar en horarios adecuados (por la mañana, para que el suelo no quede húmedo toda la noche), para evitar ambientes ideales para babosas. 

El consejo general: combinar varias técnicas —”armar una sinfonía hortícola defensiva” más que depender de un solo truco— da mejores resultados que actuar con soluciones puntuales.

No hay soluciones mágicas, hay buenas prácticas

El pepino puede ayudar, sí —pero no es un repelente infalible. Depende del grado de infestación, del clima, del tipo de huerta. Las babosas son resistentes, adaptables, y muchas veces los métodos “suaves” funcionan sólo como barreras complementarias.

Además, lo que sirve en huertas domésticas puede no bastar en cultivos más grandes o en zonas con alta humedad y sombra constante. Confiar solo en rodajas de pepino sería ingenuo.

La clave está en entender que no hay atajos: la jardinería orgánica exige atención, paciencia, observación. Cada planta, cada suelo, cada jardín tiene su propia historia.

Autor: admin